domingo, 4 de mayo de 2014

ENDOFOBIA en Canarias


Si preguntáramos al pueblo canario el significado de la palabra ENDOFOBIA, mucho me temo que más del 90% no sabría decirlo. Desde mi experiencia de 31 años como profesor de la Universidad de La Laguna (Tenerife, CANARIAS), he tenido la oportunidad de comprobar ese grado de desconocimiento, con mis alumnos en la Facultad de Psicología y en la Facultad de Educación.
Si analizamos etimológicamente tal palabra, tenemos, ENDO (dentro), FOBIA (aversión), es decir rechazo al natural; al nativo; al oriundo; al perteneciente al territorio, por ius solis (derecho a nacionalidad por nacimiento en el lugar) y por ius sanguinis (derecho a nacionalidad por descender de nacido en el lugar). Una vez aclarada tal palabreja, se nos empieza a hacer más claro que se trata pues de un tipo de RACISMO execrable, mediante el cual se margina, segrega, aparta y excluye a los que son naturales de un determinado territorio.
Este proceso racista ha sido practicado por todas las potencias colonizadoras europeas, a lo largo de su aventura genocida y etnocida, en los países del continente africano, asiático y americano. Todas esas potencias coloniales han impuesto, por la fuerza de las armas, derramando sangre humana, esclavizando y aterrorizando, la lengua, la religión y la cultura del conquistador, despreciando, infravalorando y prohibiendo las nativas.
No es de extrañar que en Canarias, territorio conquistado violentamente por España hace ya más de 500 años, ese tipo de racismo endofóbico se continúe practicando. Una de las formas más evidente y clara que actualmente sigue llevando a cabo la metrópoli española para rechazar al pueblo canario es la invasión poblacional. Si analizamos los datos ‘oficiales’ sobre población en Canarias, procedentes del ISTAC (Instituto Canario de Estadísticas), o del INE (Instituto Nacional de Estadística de España) nos encontramos con que nuestro Archipiélago tiene un superficie de 7.492 km.2 con una población de 1.968.280 habitantes, lo que nos da una densidad demográfica de 264 hab./km.2, frente a España que con 44.108.530 habitantes y con 509.990 km.2 de superficie, les da una densidad demográfica de 86 hab./km.2, la diferencia es enorme, y nos demuestra a las claras, como el factor poblacional está siendo conscientemente utilizado por los colonialistas para agredir al pueblo canario y degradar nuestro territorio. Pero si analizamos por islas, observamos que Tamaran (Gran Canaria) tiene una densidad de 514 hab./km.2 y Achinet (Tenerife) de 412 hab./km.2 y de los 87 municipios de Canarias hay 17 con más de 500 hab./km.2, a saber, en Titerogat (Lanzarote) hay 1: Arrecife; en Benahuare (La Palma) hay 2: Los Llanos de Aridane y Tazacorte; en Tamaran hay 6: Las Palmas de Gran Canaria, Arucas, Sta. Brígida, Telde, Ingenio, Sta. Lucía de Tirajana; finalmente en Achinet hay 8: S/C de Tenerife, La Laguna, Tacoronte, Puerto de la Cruz, La Matanza de Acentejo, Sta. Úrsula, Realejos, Arona. Por otro lado, si atendemos a las nuevas altas poblacionales provenientes del extranjero y producidas en el año 2004, tenemos que 25.629 personas (42% del total) procedían de España y 35.706 (58%) procedían de otros lugares del mundo. De este 58%, el ranking en cuanto a ocupación fue el siguiente. Venezuela (4.361); Reino Unido = Inglaterra + Escocia + País de Gales (4.110); Alemania (3.007); Argentina (2.031); Marruecos (1.977); Uruguay (1.803); Italia (1.471); Cuba (1.347); Colombia (1.143); China (845); y otros países (13.611).
Asimismo, si examinamos los datos de población extranjera residente en Canarias según padrón municipal de habitantes del año 2005, nos encontramos que está compuesta por 455.528 personas: Españoles 233.268, Europeos 102.869, Americanos 80.201, Africanos 26.372, Asiáticos 12.548, Oceanía 82, y Apátridas 188. El total de extranjeros sin contar a los españoles, esto es los nacidos fuera de Canarias, es de 222.260, de los cuales su distribución por islas es dramáticamente desfavorable a Achinet -Tenerife- (101.946), siendo mucho menor para las restantes islas: Tamaran -G. Canaria- (60.531); Titerogat -Lazarote- (27.736); Maxorata -Fuerteventura- (20.526); Benahuare – La Palma- (7.281); Gomera (2.919); Esero – El Hierro- (1.321).
Probablemente en la primera isla del ranking, y posteriormente en las tres siguientes, es donde podrían sucederse las reacciones defensivas del pueblo canario contra tanta invasión abusiva.
Centrándonos en esa situación especialmente grave y explosiva de la isla de Tenerife podemos señalar, que según datos del ISTAC, durante los últimos cinco años (de 2001 a 2005) se han producido en esta isla 129.512 nuevas altas en el censo poblacional, lo que supone y representa el haber construido en el valle de Ucanca una ciudad como Aguere (La Laguna) para asentamiento de esos nuevos residentes.
Pero hay otras islas en situación de alarma como son Titerogat y Maxorata en las que el 60% de la población es extranjera, estando ya el pueblo canario en clara minoría y sentando las bases para estallidos de protesta y defensa. De seguir creciendo como vamos, para el año 2019, según estudio de proyección poblacional del ISTAC, la población de Canarias sería de 2.422.596 personas, lo que nos daría una densidad demográfica de 323 hab./km2.
Sumemos a todos estos datos la cifra de cerca de 12 millones de turistas anuales, entrantes por aeropuertos, de los cuales muchos terminan quedándose sin control en nuestra tierra, dada la ineficacia y contribución de la administración colonial española a la invasión de Canarias.
Todo este panorama demuestra de modo claro y contundente la mentira y falsedad de la supuesta invasión de africanos del continente, quienes representan el 1,36% (26.732 de 1.968.280) del total de la población residente en el Archipiélago, según padrón municipal de habitantes del año 2005.
Ya el ministro alemán de propaganda Goebbels, del gobierno nazi de Hitler, defendió y practicó que una mentira repetida mil veces termina convertida en verdad. Lo que ocurre en Canarias es que la supuesta y falsa invasión africana entrante en barquillas es bien visible todos los días en los medios de intoxicación de masas, mientras que la verdadera invasión española y europea es invisible pues entra por aeropuertos y es silenciada por esos medios, los mismos que cacarean continuamente la palabra xenofobia y ocultan, prohíben e ignoran la gran palabra tabú ENDOFOBIA.
Esa estrategia de invasión poblacional y de racismo endofóbico no es nueva en Canarias, pues debemos recordar que la primera tuvo lugar en el siglo XV cuando la conquista criminal y asesina española.
La segunda sucedió en los años 40 y 50 del siglo XX, en plena dictadura fascista, cuando se expulsa al exterior al pueblo canario, sobre todo hacia Venezuela y Cuba, entrando a su vez en el Archipiélago decenas de miles de españoles a ocupar como funcionarios los puestos de la administración franquista.
Finalmente, la tercera es la que estamos sufriendo actualmente, que arranca en los años 80 del siglo XX, a raíz de la incorporación de España a la Unión Europea con la imposición de la libre circulación de europeos.
Los efectos malditos y perversos del racismo endofóbico son bien conocidos, en este caso que nos ocupa, el obligar al pueblo canario a sentirse extranjero en su propia tierra; el arrinconamiento social, laboral, cultural y lingüístico; la pérdida alarmante de identidad por efecto de la imposición abusadora, irrespetuosa y avasalladora de moldes ajenos y foráneos; el impacto psicológico negativo sobre la autoestima, al observar pasivamente el desprecio e infravaloración de sus propias señas de identidad y personalidad (mago = sucio, bruto, analfabeto, ignorante, etc…).
Si dañinas son las consecuencias del racismo endofóbico sobre el pueblo nativo, perjudiciales son los efectos de la superpoblación sobre el territorio de Canarias, evidenciándose en el destrozo galopante del ambiente natural terrestre y marino; en la destrucción y abandono de tierras cultivables, en la ingente producción y acumulación de basuras; en el incremento preocupante de las emanaciones CO2, producto entre otros, del disparatado tráfico de vehículos; la saturación y masificación de servicios públicos como la educación, sanidad, servicios sociales, justicia; la crecientemente incesante dependencia exterior de productos y alimentos, por efecto de la importación especuladora; en definitiva, en el crecimiento hipertrofiado de suelo cubierto de piche y cemento.
Los colonialistas siempre han argumentado que los canarios fuimos emigrantes y por eso tenemos que jodernos y ser “solidarios” con todos los que quieran venir a asentarse en nuestras islas, y yo les digo, primero, que los canarios fuimos a países inmensos con muy baja densidad demográfica, a trabajar y no a delinquir, y segundo, les pregunto ¿quién será solidario con los canarios? Sencillamente, no cabemos, no hay más hueco, no podemos seguir creciendo en población, en definitiva “no hay cama para tanta gente”, por lo que desde aquí hago responsable a esos insensatos colonialistas, de los posibles estallidos populares que se pudieran producir, pues “quien juega con fuego se quema”, quien provoca termina recibiendo la respuesta.
No en vano la psicología del pueblo canario se asemeja mucho a la actividad del volcán. Los canarios somos pacíficos, sumisos, dóciles, obedientes, resignados, conformistas, nobles como silenciosa e invisible es la activad magmática latente de nuestros volcanes, pero todo volcán tiene en algún momento su erupción, su explosión fuerte e incontrolada, como inesperadas y sorprendentes han sido a lo largo de nuestra historia colonial de más de cinco siglos, los alzamientos y protestas populares por problemas de agua, de tierras o represiones fascistas. Me niego a seguir perdiendo calidad de vida, calidad ambiental, me niego a que se nos quiera imponer el hipertrofiado modelo hongkonizador que el capitalismo criminal extiende por las cuatro esquinas del planeta, me niego a seguir sufriendo la pérdida inexorable de nuestra identidad cultural.
Hago desde aquí, un llamamiento al Pueblo Canario, para que nos levantemos, nos alcemos y nos opongamos, sin complejos, sin miedos, sin tapujos, contra ese cruel racismo endofóbico que nos puede terminar liquidando como grupo cultural diferenciado, exigiendo una Ley de Residencia que regule y controle la avalancha e invasión poblacional procedente fundamentalmente de España y Europa.
Soy consciente, porque siempre los colonialistas y sus colaboradores así lo han dicho, que este llamamiento mío va a ser tachado de xenófobo, pero yo les digo a esos racistas endófobos abominables, que todo pueblo tiene derecho a exigir en legítima defensa su existencia como tal, y si para ello, se hace preciso expulsar a los excedentes poblacionales foráneos o impedir la entrada de nuevos contingentes forasteros, así lo haremos.
Profesor Titular de la Facultad de Psicología Universidad de La Laguna, José Tomás Bethencourt Benítez.