sábado, 10 de mayo de 2014

ALZADOS

A mediados del año 1497 ofrecía Tenerife el extraño espéctaculo de que convivieran siquiera en lucha, dos pueblos de una misma raza pero de aspecto diferente.

Por la banda del Norte,

extendiendo un brazo al Naciente hasta Santa Cruz y Guimar y otro brazo al poniente a rematar por Icod en Mazca, destacábase un cordón de un par de docenas de nacientes poblaciones más o menos costeñas de guanches en su gran mayoría, ya cristianos, que se lanzaron con estusiasmo por la vía de la civilización adoptando costumbres, indumentaria y adelantos españoles, que por vivir urbanizados constituyeron la clase de los vecinos.

Por la banda del Sur,

desde Mazca al Escobonal, comprendiendo las actuales jurisdicciones del Valle de Santiago, Guía, Adeje, Arona, Chasna, San Miguel, Granadilla, Arico y Fasnia, más el macizo de la serranía central, otros cuantos millares de personas exaltadas por las ideas de Independencia, viviendo conforme a sus antiguas costumbres; conocidos con el nombre de ALZADOS.

Por muchos años siguió la brega con los alzados, como llamaron a los que no aceptando la Paz de Los Realejos querreaban contra la soberanía de España, sólo se explica por un profundo sentimiento de Independencia.

El colonizador Lugo abrió su quinta campaña para intentar exterminar a los alzados, cosa que le fue imposible. Cuando llegaban a zonas del Sur de Tenerife, como por ejemplo: La Fortaleza de Masca en Teno; la Fortaleza junto a Las Vegas en Granadilla, la Fortaleza de Ahiyo, la de Ivocan ó Los Mogotes, etc. Los alzados usaban la táctica de cansar a las columnas disolviéndose delante de ellas, para concentrarse rápidamente y atacar con feroz exaltación cuando se dividían, siendo temibles por su encarnizamiento y porque ya tenían muchas armas españolas. Otra veces los esperaban a pie firme en las referidas Fortalezas.

Lugo, no disponía de fuerzas para dominar esta región del sur de Tenerife, es más; no podía ni proteger a familias guanches que ya habían sido cristianizadas y por lo tanto les habían impuesto ya los apellidos españoles.

Decidió concentrarlas en Buenavista, Silos, Garachico, Daute, Icod, La Rambla, Santa Catalina e Icod del Alto; donde en pocas semanas surgieron otras tantas poblaciones entregadas con actividad a las faenas de la nueva vida.

Los españoles empujaron a los alzados a los menceyatos del Sur, Abona y Adeje; formando estos, sus pueblos. La acción desvastadora del tiempo y de la civilización, a través de los años los fue suavizando poco a poco.